– Doctor, mi trabajo es ser la Muerte.
– ¿Y eso cómo le hace sentir?
Este cómic es peculiar para la época pandémica en la que nos encontramos, porque precisamente trata sobre la muerte. No en el sentido de que nosotros morimos por montones, sino, en un ejercicio totalmente psicológico sobre la mítica figura de la muerte.
Aquí veremos la vida de La pequeña muerte, un ser que lleva a cuestas la gran obra de sus mortales ancestros, y está claramente afligido porque no se siente a la altura, tiene una crisis.
El doctor Edgar O. Wye es quien le brinda un espacio para liberarse de su pesada carga y lo escucha. Eso a pesar de que la Muerte intenta llevárselo al otro primero, pero su fracaso le hace entender al doctor que era necesario un apoyo psicológico. Y él lo ayuda, a pesar de su propio dolor, porque es psicoanalista, y eso es lo que hace.
El arte es ideal para la historia, quizá no sea soberbio ni convencional para la industria del cómic, pero es muy agradable. Además, la historia está basada totalmente en los dibujos, no tiene diálogo escrito, y eso lo hace más hermoso porque así puedes entenderlo mejor, el dilema de la muerte es entendible sin palabras, podemos sentir su inadecuación y su tristeza, su frustración y sus deseos.
No es un cómic para todos, no hay súper poderes ni amenazas galácticas, sólo es un personaje explorando la relación con su padre y tratando de reafirmar su propia vida desde la incomodidad de un diván.
Por cierto el escritor, Nicholas Gurewitch, estableció un fondo de donaciones para poder crear esta historia, cosa que le tomó tres años para poder publicarse en Dark Horse hasta este 2020, les recomiendo echarle una vuelta AQUÍ para ver cosas que no fueron incluidas en el cómic.
Cómprenlo, es sencillo pero bello.